del bien y del mal en la que vivimos. Lo ideal como sociedad sería vivir permanentemente en la felicidad de la unidad de la conciencia divina, ya que ahí se encuentra nuestra verdadera identidad". Por ello, como remedio a los problemas personales y globales, Palao sugiere: "¡Elevémonos como civilización a la altura de la misma poderosa y eterna luz que creó el universo!". Asimismo, se despidió de nosotros con estas palabras: "Paz, amor, libertad, armonía, alegría y que no se pierda la imaginación".